J U L I O
No hay, ni existen, ni podría yo dejarlos caer
Ni mi forma de querer tu querer me permite,
Ni de consejero servirá el dolor
ni la rabia, ni la herida, ni la lluvia, nada.
Cuando niña te amé sin que entiendas
cuando niño recorrí tus sueños tuyos
para hacerlos nuestros, de todos, colectivos
cuando aprendiste a vivirme cada día
y quién entiende la voluntad de tus ojos
y quien asume los gastos de tus consumos
y quién recuerda la sonrisa que mi alma tenía
y quién perdona que quiera dormirme contigo
A olvidarte me empujan los días, las tardes sin sueño
y las noches de nuevo a ingresarte en mis ojos mojados
Sin fe, sin apuro, desnudamente, y otra vez
parasiempremente