Llegará el día

... Solo por la leve sospecha, por la melancólica, nostálgica, absurda e invencible esperanza de que despiertes un día, y decidas adornar mis letras con la magia de tu triste mirada...
Solo por eso, solo para eso, como todo, como siempre, estoy aquí...

jueves, 21 de marzo de 2013


 Vuelvo a regar por acá las letras que van acumulándose en el río que contiene mi garganta dique. Como buen tauro, dicen, es la parte más débil... No se cuándo nació lo que sigue, pero si se que va mucho tiempo esperando por ser publicado. Acá está. Salud!

Continuación y continuará...


... Hace algunos años, días más días menos, Danielita, una noche de jueves, que empezaba a vestirse de viernes, fue la primera vez que me miraste según yo. Ahora, pretendo enfrentarme a esta hoja en blanco, para recordar y luego, tratar de olvidar ese día, no porque no lo quiera conmigo, sino porque creo que necesito hacerlo. No porque me hayan convencido que olvidar es el camino, sin porque me he convencido que hacerlo evitará que sientas un dolor, por pequeño que sea.

Debe haber empezado antes, ahora lo se, mucho antes quizá y yo ni cuenta, o un poco antes y yo, ni cuenta. Fue 31 de julio, debió ser jueves otra vez, cuando tus ojos se cerraron para mi, tal vez todo empezó antes y yo ni lo noté; quizá era yo el que no tenía los ojos bien abiertos entonces... Cuando esto sucedió, cuando ese jueves 31 contaba las primeras horas de la mañana, y decidiste. como quien decide morirse, desaparecer para mi,  no creí que duraría tanto tiempo, ni que, como parece ser, mi vida cambiaría de manera tan importante, como si en pago a los años desbordantes de alegrías que me dió la vida contigo a mi lado, debiera, por algún trato en el que no tuve la precaución de leer con atención las letras chiquitas, la tristeza. Yo mismo asumía para la vida, una entrega, un intercambio, una etapa de dolor por pago de la etapa "buena"...

No asumí, y a veces parece que aun no asumo en verdad, todo lo que significaba dejar que tus ojos se cerraran en ese día, o puede ser que, como dije antes, no creia que era cierto, como si imaginara que todo se trataba de un mal chiste, de un mal sueño, de un mal día... "no te vayas, que este mal rato pasará" cantaba en silencio mientras intentaba que no colgaras el teléfono conmigo del otro lado, mientras intentaba que no sueltes mi mano en el aire mientras volábamos, "ya pasará" me mentía cantando, "todo volverá a la normalidad" insistía sin creer lo contrario; "déjalo así" me mataba creyendo que en unos días tus ojitos mios (no se desde cuando ya no eran mios) volverían a mirarme, como debía ser, como la vida me tenía prometido, como mi destino me ofrecía, como mis sueños lo confirmaban...



Pero sucedió: Cada pregunta, cada letra iba desenrollando el infierno que el jueves guardaba para mi, cada palabra tuya danielita confundida, cada decisión tuya danielita no danielamia seguía andando lejos de mi, seguía construyendo esa pared amarga que empujaba tus párpados hasta cerrarlos, lapidarios, para mi. Qué pasa, te miraba mientras dentro de mis ojos el aguacero empezaba a formarse. Qué pasa, me callaba cada vez que el frío de tus respuestas ponían una piedra más en el muro, Qué pasa, sollozaba resignado para adentro y orgullosos hacia afuera, cuando comparaba el fuego de tus miradas entonces con los rescoldos que recibía, Qué pasa, qué pasa, qué pasa, me acosaba al tratar de despertar de la pesadilla.

Lo que pasaba era que cerrabas los ojitos para mi, y desde ese día estabas decidida, o la vida estaba decidida a utilizarte en su plan para darme una lección y tu lo sabías danielita mia ingenua, no sabías que la vida te usaba en mi contra, no sabías que todo era parte de un plan para que yo, eterno soberbio, aprendiera que el mundo no gira al rededor de mis gustos y deseos y que la vida me considera un ser humano como millones, nada especial, nada diferente, nada, ni un milímetro, nada. Nada y vacío, nada y silencio, nada y nada.



Entrañablemente

Intentando entrar en ti y, ya sabes,
quedarme en tus ojos cerrados
He vuelto a lanzarme al vacío
como las aves adolescentes

Ya se, la caída es 

Amor amada, ámame amándote
No pretendas que mis ojos
que mis manos y mi ausente
y entrañable sonrisa

No desees que la música
y que el cuento y la palabra
del abandono, me abandonen
No que el camino andado se desande

Ni que la luz, la risa y los colores
ni las marquitas y huesitos
ni las noches, despertares, y calores
desvanézcanse como niebla, no sin aferrarse 
al salir el sol, al llorar la lluvia


Fue como un sueño, mi vida a veces es como un sueño, nada especial, nada diferente al del resto de mortales, pero siento que en muchos momentos de la misma pude haber cambiado el camino elegido, y que no lo hice, no siempre seguro de tener un motivo importante para ello, no siempre seguro de que seguir caminando el mismo camino es lo mejor para mi, no siempre seguro de que cambiar estaría mal. Miedo, quizá es una palabra que debería mirar con más respeto, el miedo creo, ha estado presente en todas mis decisiones o mejor dicho, en todas las ocasiones que no decidí. Hoy comprendo que debí decidir muchas cosas (de las que hablaremos más adelenta, cuando se me ocurra) y que no debí permitir que la decisión me llegara con la fuerza, porque la vida aplastó, porque el destino obligó, porque la suerte empujó...

... Empezaba contandote cuando me miraste por primera vez según mis endebles recuerdos de niñez, Se que era diciembre porque hacía frío (desde entonces prefiero el frío al calor) y porque andábamos en los días de clases en los que la escuela se pone muy flexible con los horarios y las asistencias de los niños.

Exactamente fue así: Tu ayudabas a vender lo que vendían tus padres, y a mi me mandaron comprar lo que vendías tu, ayudando a tus padres. Estabas cautiva, como un pajarito en jaula, de esos que mejor vuelan sin límites, llevabas un lapiz en la mano derecha, esa manito que tanto acarició mis tristezas después y en mala posición escribías algo que debe haber sido un deber para presentarlo el viernes. Yo, siempre de la calle, empecé nervioso, solo con mirarte igual que otras veces y por primera vez sintiendo tu mirada mientras yo balbuceaba mi pedido.

Te lo he dicho antes, en ese momento tu estabas enamorada de mi, y yo, claro, que para eso había nacido, estaba enamorado de ti, tu no lo sabías, yo lo sabía muy bien pues había vivido más. Yo sabía tu camino diario, pero no sabía desde que paraiso empezaba tu andar, tu no sabías nada, o lo sabías y fingías indiferencia para que yo no me crea mucho; yo buscaba tus pasos cada mañana y hacía coincidir mi camino con el tuyo pues tu escuela quedaba cerca de mi casa, y mi escuela quedaba cerca de tu escuela. Yo asumía el riesgo, siempre por amor, de llegar atrasado, no importaba mucho, el castigo no pasaba de trotar un poco o de hacer unas cuantas flexiones de pecho o los conocidos sapitos (los ridículos rezagos militares en la escuela pública), pero a cambio, llegaba a "lucharyestudiar" con tus ojitos metidos en mi mirada y así permanecía, enamorándome de todo, pues todo tenía tu mirada. Así hasta regresar a mi casa (a la salida nunca te encontraba en el camino) y esperar a que el siguiente día me depare lo mismo, siempre lo mismo, feliz con lo mismo, sin sobresaltos, sin sorpresas, sin riesgos...

 Ya volveremos por ese tiempo en el que nos bastaba con poco: amigos, juegos, escuela, familia. Y espero que al volver a caminarlo y contártelo, Danielita olvidadiza, el camino no me lleve por recuerdos dolorosos, diferentes, de otro tiempo, como acaba de suceder en las letras que terminan acá Danielita niña adolescente mujer, siempre mia, como tuyo yo, siempre niño, siempre adolescente, nunca adulto, aunque llegue a moribundo...